miércoles, 9 de junio de 2010

Fechas, tan sólo fechas


Y el mundo no aprende nada, es analfabeto
y hoy suena tu piano, solo que en otros guetos.
Si yo estoy afuera y tu estabas adentro
fue sólo cuestión de lugar y de momento.



Hice todo lo posible por averiguar el paradero del oficial alemán, pero no conseguí dar con él. El campo de prisioneros había sido trasladado y el destino de sus ocupantes era secreto militar. Pero tal vez ese hombre —el único ser humano con uniforme alemán que encontré— hubiera vuelto a casa sano y salvo.
A veces doy recitales en el edificio del número 8 de la calle Narbutt, donde acarreé ladrillos y cal, donde trabajó la brigada judía: hombres que los alemanes mataron a tiros cuando estuvieron terminados los pisos para sus oficiales. Éstos no disfrutaron mucho tiempo de sus magníficas viviendas nuevas. El edificio sigue en pie y ahora hay en él una escuela. Toco para niños polacos que no saben cuánto sufrimiento humano y cuánto terror mortal hubo una vez en sus soleadas aulas.
Rezo para que nunca lleguen a conocer ese terror y ese sufrimiento.

El pianista del gueto de Varsovia
Wladyslaw Szpilman






El mundo se muere y tu sigues vivo
porque recuerdas tu piano.

Yo tengo tus mismas manos
Yo tengo tu misma historia
Yo pude haber sido el pianista del gueto de Varsovia.